Se han tejido muchas historias
sobre lo que realmente sucedió esa noche, la famosa noche donde no hubo luna y
el aullido de los lobos no presagiaba nada bueno, la noche de la cual todos
saben algo y nadie dice nada, la noche del miedo, la noche del espanto que
todos y nadie vio. La noche en la que la mirada le cambio a todos y el brillo
de los ojos se fue.
Los lobos guardaron silencio y ese silencio fue precedido por uno mas
profundo, como si todo hubiera quedado encerrado en el vacío, como si el sonido
mismo estuviera siendo devorado por una entidad cósmica, nada mas lejos de la
realidad. Y cuando los habitantes del pueblo empezaron su lenta marcha hacia el
oscuro bosque sin luna y en silencio, arrastrados por ese silencio, por la
entidad cósmica que se alimentaba de todos los sonidos del bosque.
Un día la gente sin mas ni más regresó al pueblo. Todos siguieron en lo suyo, como si nada hubiera pasado. Pero algo cambio dentro de ellos. Se podía ver en sus ojos. Esa entidad cósmica tomo algo de cada uno y los dejo ir. Y cuando el último habitante de ese pequeño pueblo enclavado en las montañas regreso a su lugar el sonido volvió, los lobos aullaban a lo lejos y las nubes se despejaban.
Pero sus miradas no eran las mismas. Habían visto algo, todos lo vieron y nadie dice nada. En sus miradas se veía el miedo, pero también el desconsuelo, solo ellos sabían y jamás dirían a que clase de ente juraron una especie de horrorifica lealtad.
Un día la gente sin mas ni más regresó al pueblo. Todos siguieron en lo suyo, como si nada hubiera pasado. Pero algo cambio dentro de ellos. Se podía ver en sus ojos. Esa entidad cósmica tomo algo de cada uno y los dejo ir. Y cuando el último habitante de ese pequeño pueblo enclavado en las montañas regreso a su lugar el sonido volvió, los lobos aullaban a lo lejos y las nubes se despejaban.
Pero sus miradas no eran las mismas. Habían visto algo, todos lo vieron y nadie dice nada. En sus miradas se veía el miedo, pero también el desconsuelo, solo ellos sabían y jamás dirían a que clase de ente juraron una especie de horrorifica lealtad.
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